Bovo, Guillermo; Longo, Verónica; Melto, Luciana y Goyeneche, Mirian.
Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de San Luis (UNSL).
La presente ponencia tuvo el objetivo de contar la experiencia sobre el dictado del curso optativo “La oralidad y la escritura de los textos académicos” en la Facultad de Ciencias Humanas, de la UNSL. El curso, bajo la modalidad de taller, trabajó sobre los textos orales y escritos en su momento de producción y de circulación de conocimiento. Se dictó en el segundo cuatrimestre de. 2023 y estuvo dirigido a estudiantes de los últimos años de las Licenciaturas en: Comunicación Social; Periodismo; Profesorado y Educación Inicial; Profesorado y Ciencias de la Educación y Profesorado en Educación Especial de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis.
La finalidad fue acercar modos de escritura que favorezcan la producción de conocimiento, en general y la sistematización de prácticas, en particular. Se pretendió que en el criterio de comunicabilidad de los textos predominara la circulación de textos académicos. Los textos (las palabras) tanto orales como escritos construidos bajo “textos culturales” (Ferro Vidal, 2017) resultan ser ordenadores sociales y transmisores entre diversas generaciones de las cosmovisiones de un pueblo. Tanto los textos orales como escritos constituyen y dan cuenta de formas (a veces diferentes, pero siempre complejas y dinámicas) de producción, circulación y recepción de sentidos.La propuesta es resultado de un trabajo en conjunto desarrollado por el colectivo de docentes que apuestan por un espacio de taller en vías de aportar elementos conceptuales, metodológicos y experienciales para la elaboración de textos orales y escritos. En tanto que, los textos académicos, por sus características, marcas (formales y funcionales) y particularidades son fundamentales en la formación de comunicadores, periodistas, educadores y cientistas sociales.
En este sentido, durante el cursado en el segundo cuatrimestre del 2023 trabajamos con un grupo de ocho estudiantes: dos de ellxs procedentes de la carrera de Periodismo; cinco de Comunicación Social y una de Educación Especial. De este modo, las clases tuvieron una dinámica dialógica y de taller ya que el optativo tuvo la pretensión de realizar un recorrido desde las prácticas orales hacia los textos escritos, con el objetivo de la presentación de un trabajo final en formato académico.
¿Por qué nos interesaron los textos orales? Estos son entendidos como un momento de expresión, es decir, una pulsión para hacer arrancar la correa de transmisión, donde toma valor el uso de las palabras, la memoria, la experiencia propia contada de modo natural y en una temporalidad particular (Ferro Vidal, 2017).
No solamente la palabra y la oralidad fueron lugares de expresión sino también ordenadores de la realidad (Ferro Vidal, 2017). En este sentido, Ferro Vidal (2017) indicó: Entonces si la realidad está determinada por el lenguaje o la lengua, ¿la realidad deja de existir? A la realidad no le sucede nada, ya que no porque cada lengua haga referencia a ella de manera diferente significa que ésta, como experiencia del mundo, deje de ser lo que es: lo único que cambia es la forma en que se define y se entiende (p5).
De esta manera, el espacio social de la comunidad está mediado por la oralidad aún en los grupos que no cuentan con escritura para la circulación del conocimiento y la tradición (De Certeau, 1999). En síntesis, “el intercambio social exige un correlato de gestos y cuerpos, una presencia de voces y acentos, marcas de la respiración y las pasiones, toda una jerarquía de informaciones complementarias, necesarias para interpretar un mensaje más allá del simple enunciado” (De Certeau, 1999, p.260).
Además, un punto relevante es que la oralidad tuvo una presencia permanente en lo social y lo cotidiano. Esta idea anterior que nos proporciona De Certeau (1999) tuvo lugar a interpretar que:La conversación probablemente adquiere su condición teórica inferior por ser natural y necesaria en todo lugar. ¿Cómo dar crédito a la inteligencia y a la complejidad refinada de las astucias de una práctica tan ordinaria? Sin embargo, el estudio de los procesos cognoscitivos así lo muestra; una información sólo se recibe y asimila, es decir, sólo se vuelve apropiable y memorizable, cuando su nuevo adquiriente llega a ponerla en forma a su manera, a retornarla por su cuenta insertándola en la conversación, en su lengua habitual y en las coherencias que estructuran su conocimiento anterior (p.263).
Esta recuperación de la memoria colectiva y oral en torno a la experiencia permitió a su vez generar conocimiento y significación social. Siguiendo a Oscar Jara Holliday la sistematización de experiencias excede el catalogar, ordenar y/o clasificar datos e implica “obtener aprendizajes críticos de nuestras experiencias” (Jara Holliday, 2011). En este sentido, la propuesta de sistematización consideró que: Produce conocimientos desde la experiencia, pero que apuntan a trascenderla. Recupera lo sucedido, reconstruyéndose históricamente, pero para interpretarlo y obtener aprendizajes. Valoriza los saberes de las personas que son sujetos de las experiencias. Identifica los principales cambios que se dieron a lo largo del proceso y por qué se dieron. Produce conocimientos y aprendizajes significativos desde la particularidad de las experiencias, apropiándose de su sentido. Construye una mirada crítica sobre lo vivido, permitiendo orientar las experiencias en el futuro con una perspectiva transformadora.
Se complementa con la evaluación, que normalmente se concentra en medir y valorar los resultados, aportando una interpretación crítica del proceso que posibilitó dichos resultados. Se complementa con la investigación, la cual está abierta al conocimiento de muy diversas realidades y aspectos, aportando conocimiento vinculados a las propias experiencias particulares (Jara Holliday, 2011, p.4) Por lo tanto, se presentó una vinculación estrecha entre la noción teórica metodológica de sistematización con la oralidad y los textos escritos porque “no se reduce a narrar acontecimientos, describir procesos, escribir una memoria, clasificar tipos de experiencias, ordenar los datos. Todo ello es sólo una base para realizar una interpretación crítica” (Jara Holliday, 2011, p.4). Asimismo, se observaron dimensiones comunicacionales e históricas en el proceso de la sistematización de experiencias entendida como producción de conocimiento social y cultural, donde el énfasis está puesto en producir conocimiento en y desde las prácticas sociales. De este modo, cobraron relevancialos diálogos que sintetizan las diversas voces que habitaron la experiencia que, a su vez es un lugar que contiene saberes y aprendizajes propios de las trayectorias individuales y colectivas.
En tanto que, los textos académicos constituyeron formas de registro con características sociohistóricas (lo cual permite memoria) y culturales de las sociedades que se han extendido y legitimado en los circuitos de validación de la sociedad. A su vez, estos textos académicos que se asientan en las palabras enunciadas pudieron organizar los conceptos, dar sentidos y trazar una hoja de ruta de acuerdo a las formas que utilicemos a los fines de la oralidad como forma de circulación del conocimiento.
Por lo tanto, la praxis formativa de intervención en territorio se presentó como una forma consciente de producir conocimiento para acceder al título de grado de nuestr@s estudiantes y, por ello, el abordaje de esta propuesta teórico-metodológica que se asintió en la sistematización crítica de las experiencias diálogo con la normativa vigente que reglamenta “la realización de Trabajo Final para acceder al Grado de las Licenciaturas de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis” (art. 1; OCD FCH 04-2-2023).