Mariani, Eva y Bianchi, Sandra.
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Se plantea revisar los aportes epistemológicos de J. Lacan en lo referente a las categorías espacio temporales, en función de la presentación del concepto de “sujeto”, y de su diferenciación de las categorías del sentido común –con impacto teórico- de individuo, persona, agente, etc., como parte de una elaboración de cátedras de psicología de la FPyCS, en el marco del campo comunicación-educación-subjetividad. Esa reformulación adquiere a nuestro entender una fuerte dimensión ético-política, en la medida en que plantea que lo que llamamos “sujeto” sólo es pensable en términos de “inmixión de Otredad”. El/Lo Otro es entonces el lugar desde donde se articula un sujeto, y ya no una relación entre individuos.
Este escrito es una presentación de una investigación en curso, denominada “Epistemología lacaniana. Aportes de Lacan al campo de la subjetividad. El caso de las cátedras de psicología en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata”, y surge del diálogo de los docentes de las cátedras de Psicología y Educación y Psicología Social, del profesorado y la licenciatura en comunicación social, respectivamente. Nuestra formación como psicólogos y psicoanalistas es permanentemente interrogada por la práctica docente, y por el campo de problemáticas de los estudios en comunicación social, y lo que sigue es el resultado del trayecto que venimos recorriendo hace varios años en la institución.
Observamos un obstáculo importante en la transmisión, que sin duda se constituye en un rasgo de época; más bien una acentuación de una característica de los procesos de subjetivación inaugurados con la modernidad occidental.(Foucault, 1975, 1978, 1990. Heler, 2000) Nos referimos a la pregnancia de la categoría de individuo, fuertemente instalada en el sentido común de los estudiantes, y que retorna con insistencia. Esa categoría es solidaria de una serie de representaciones: lo interior, lo íntimo, lo más propio, lo singular, a lo in-diviso, la esencia personal, en fin, “el ser” de cada cual, fuertemente anclado en una identificación corporal: un individuo-un cuerpo, lo que no deja de tener consecuencias. Estas representaciones son reflejo de nuestra época, ya que en la historia humana no siempre las personas se imaginaron de ese modo, ni las prácticas sociales tendían a la individuación.
Los procesos de individuación se articulan a diversas “tecnologías del yo” como prácticas de sí (Foucault, 1990) que conllevan el auge de una serie de estrategias individuales a partir del enaltecimiento de lo “auto”: la autoayuda, la autoestima, la autorreferencialidad, el autoengendramiento, la autopercepción, además de los sentidos ligados a las posiciones meritocráticas, el empuje a la voluntad y por lo tanto a la culpabilización y responsabilización por los fracasos, impases y malestares de las vidas contemporáneas. La ficción de la autonomía, representada en la imagen del “empresario de sí mismo”, se acompaña de la dificultad de situarse en relación a la alteridad y la asimetría, intríseca a ciertos vínculos constitutivos de la subjetividad.
Este aspecto es un obstáculo específico en la práctica pedagógica, donde retorna sintomáticamente en la relación con los otros, con los saberes, en las lecturas sobre lo social, en los modos de intervención para los cuales formamos. Por ejemplo: la entronización de la opinión personal por sobre la argumentación y la interpelación que podrían instilar las disciplinas y los discursos. “Es lo que yo opino, vos opinás otra cosa, y está todo bien”, como nos dijeron alguna vez. Opiniones que representan lo particular, y espacios compartidos que se vuelven un albergue de particularidades diversas. Este impensable se revela de muchas maneras. Por ejemplo, cuando diseñan prácticas pedagógicas, sólo pueden pensar dispositivos que contengan lo particular, lluvias de ideas eternas que terminan en la dispersión, y con las cuales no se sabe bien cómo operar, porque “lo Otro” de la opinión particular son las categorías de pensamiento elaboradas en las disciplinas y no “otras” opiniones. Las disciplinas son el resultado de una historia de prácticas que se configuran como discursos, y que producen un lazo social específico, al mismo tiempo que produce el sujeto de ese discurso, es decir, aquel que puede habitar la situación configurada por la práctica disciplinar (Lewkowicz, 1984). La pura opinión sin referencia a un discurso gira loca sobre sí misma, las prácticas no producen la afiliación a la disciplina, y no se instala la modalidad de lazo social específica a ese discurso. Por añadidura, el discurso de la opinión acaba con la herencia del pensamiento crítico, ya que sus operaciones tienen un soporte lógico, argumentativo y constructivo que no se lleva muy bien con el discurso de la opinión. (Lewkowicz, 1984).