Ursi, Hernán.
Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM).
Pensar el hábito de consumo de contenidos digitales (portales informativos y periódicos digitales y redes sociales virtuales) supone reflexionar acerca del encuentro sistemático del individuo con su dispositivo electrónico. En este sentido cabe afirmar que el estudiante universitario, adulto joven que se objetiva aquí como unidad de análisis, apropia el objeto tecnológico y con el mismo, ritualiza acciones en torno del consumo del orden de lo informacional. Aunque pensar estrictamente en el plano informacional, acota el universo de análisis, harto más complejo puesto que por vía del equipo portátil el joven se vincula con un otro y suscribe a determinados posicionamientos ideológicos por medio de los cuales construye su identidad. También manifiesta su adhesión a determinados perfiles al tiempo que rechaza otros, colabora con causas sociales, debate e intercambia pareceres, es decir, lleva adelante actuaciones del orden de lo simbólico que le otorgan sentido a su existencia. No hay dudas de que el teléfono celular con acceso a internet se transmuta en una herramienta que extiende las facultades del individuo hasta niveles no imaginados siquiera en el siglo anterior, tan solo un par de décadas atrás. De manera que adscribimos aquí a la postura que explicita que el dispositivo tecnológico es una herramienta que le otorga continuidad al accionar humano que, en esencia, se centra en la interacción. Así, el consumo de contenidos digitales en la actualidad no acaba en el acceso a las noticias con el fin de informarse per se, sino que el acceso es en sí mismo un fin; es una forma de enlazarse con el ágora virtual y desde allí, desde un código de usuario y a través de diversas plataformas digitales, consumir e interactuar con la otredad, en definitiva, un hecho social. Ello implica considerar que el alumno de nivel superior, en los albores del siglo XXI, automatiza una práctica que le confiere no sólo anclaje en la realidad, puesto que la interconexión a internet supone acceso al mundo informacional, sino que también le permite satisfacer su pulsión orientada al goce, momento en que se distiende y consume el tiempo de ocio destinado a ligar y afianzar relaciones con sus grupos virtuales de pertenencia. De forma tal que el equipo portátil digital se transforma, como retomaremos más adelante con mayor precisión, en un objeto transicional que calma ansiedades latentes. De manera segmentada, en función de los intereses y deseos particulares, pero con un denominador común: la satisfacción de la necesidad de comunicación.