Chauqui, Matías y Venegas Sánchez, Camila.
Universidad Nacional de Salta (UNSA).
El año 2020 ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad. La pandemia por la COVID-19, generó profundos cambios culturales, sociales y educativos, que despertaron colectivamente la curiosidad investigativa de muchos profesionales de la ciencia. En el ámbito educativo, muchos han prestado especial atención en la educación a distancia y en el uso de las TIC con fines educativos. Se han producido muchos estudios sociales sobre la gigantesca brecha digital que se hizo presente en este último año, entre tantos otros aspectos. Pero antes de la pandemia, muchos ya habían puesto el ojo en otro tipo de brechas relacionadas con las TIC.
La realidad es que inevitablemente entramos en un viejo debate que ha puesto a muchos profesionales, educadores y comunicadores en diferentes posiciones con respecto al uso de las TIC en el aula. Hoy hablamos de aulas virtuales, Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (de ahora en adelante ASPO), educación remota, bimodalidad, brecha digital, escenarios pre pandémicos y post pandémicos, etc. Ya hace unos cuantos años, Scolari nos adelantaba en su análisis que los sistemas educativos estaban muy atrasados con respecto al avance de las nuevas tecnologías: “La vida social de los niños, preadolescentes y adolescentes se basa y construye a partir de un conjunto de tecnologías digitales -desde las redes sociales hasta los dispositivos móviles- que se encuentra a menudo a una distancia sideral de los protocolos educativos de las escuelas a las que concurren” (Scolari, 2016). Más que de una brecha digital, estábamos hablando de una distancia sideral entre la cultura digital de los jóvenes y las instituciones educativas. Esta brecha cultural estuvo fuertemente marcada en los planes pedagógicos de muchas escuelas y colegios públicos de Salta.
Scolari fue uno de los principales referentes en introducir el concepto transmedia al ámbito educativo (además de Jenkins en 2010, por supuesto) en la academia, invitando a los educadores a replantear las prácticas de enseñanza más allá del uso de las tecnologías. En palabras de Scolari, Lugo y Masanet (2019) “un proceso de aprendizaje transmedia debería darle relevancia a la producción de contenidos a cargo de los estudiantes” (p.4) El student generated content sin dudas, es un fenómeno que inevitablemente 3 debe estar presente en esta propuesta que nos traían hace un tiempo.
Apoyándonos en Oscar Jara y su postulado acerca de la sistematización de experiencias, decidimos realizar un relato de experiencia para poder hacer una interpretación crítica y en base a ello, poder generar nuevos conocimientos, pues “El dilema está en no quedarnos sólo en la reconstrucción de lo que sucede sino pasar a realizar una interpretación crítica. El eje principal de preocupación se traslada de la reconstrucción de lo sucedido y el ordenamiento de la información, a una interpretación crítica de lo acontecido para poder extraer aprendizajes que tengan una utilidad para el futuro” (2001, p.2). Durante el año 2019 y a principios de 2020, el Instituto de Educación Media (IEM) “Dr. Arturo Oñativia”, perteneciente a la Universidad Nacional de Salta nos abrió las puertas para realizar nuestras prácticas profesionales. El presente trabajo se propone analizar dicha experiencia, con una mirada crítica, teniendo en cuenta que aconteció poco tiempo antes del Aislamiento Social Obligatorio y Preventivo (ASPO) en nuestra provincia. La experiencia constó de talleres destinados a estudiantes de todos los cursos de la institución, con el objetivo de darles herramientas en el manejo de diferentes plataformas (podcasts, videos, ebooks, cómics, social media, etc.) para poder realizar un proyecto transmedia a fines de 2019. Si bien este proyecto no obtuvo el resultado que esperábamos por cuestiones del calendario académico, los efectos que obtuvimos se tradujeron en una fuerte demanda por parte de los profesores de tener una capacitación en lenguajes digitales y transmediales ya que los estudiantes comenzaron a implementar las herramientas adquiridas en los talleres en las diferentes materias de la currícula. Así, comenzaron a reemplazar los tradicionales trabajos prácticos presentados en una hoja de Word o pdf con podcasts, infografías y videos, entre otros productos. Debido a esto, la institución nos demandó brindar un taller/capacitación en lenguajes digitales y narrativas transmedia para los profesores en el mes de febrero de 2020.
Consideramos importante el análisis crítico de esta particular experiencia ya que, a modo de presagio, comunica una realidad que nuestra provincia viene arrastrando hace mucho tiempo. Hablamos de una disonancia entre la realidad de los sistemas educativos de nuestra provincia y las prácticas digitales de los estudiantes. Tomar esta experiencia en particular, entrando al terreno de la educomunicación, nos ayudará a explicar el porqué del pintoresco título de este resumen: no solo comprendemos que el uso de las nuevas tecnologías es necesario, sino que esta necesidad que se ve claramente reflejada en el contexto pandémico, era ya una realidad que hace muchos años viene anunciándose de diversas maneras.
La práctica educativa como sabemos es un proceso complejo, que implica diversos aspectos, elementos y actores, y sobre todo es un proceso que acompaña al ser humano durante toda su vida, tanto en entornos formales como informales. Por lo que, la práctica educativa es un proceso cambiante, transformador y dinámico, que no ocurre de manera paralela al quehacer de la persona, sino que es y se funda en la práctica diaria. Al respecto, Scolari, Lugo y Masanet (2019) expresan: “Si bien en los entornos informales se aprenden a hacer muchas cosas con los medios, esos conocimientos y prácticas deberían ser retrabajadas y complementadas en el circuito formal. Si algo nos enseñan las narrativas transmedia es que el mundo de la industria y la cultura de los fans, si bien tienen lógicas diferentes y a menudo opuestas, también se necesitan mutuamente. De la misma manera, la educación transmedia necesita de ese intercambio entre lo que pasa con los medios fuera de la escuela y los procesos de enseñanza-aprendizaje que se dan dentro del aula.” (p.15). A partir del impacto del coronavirus en nuestras sociedades, en el año 2020, esa cultura, esos saberes sobre la escuela y la práctica de enseñanza- aprendizaje, es que se han planteado nuevos desafíos y muchos cuestionamientos a las viejas costumbres educativas. Scolari ha intentado promover el alfabetismo transmedia, entendiéndolo casi como un derecho: la intervención del alfabetismo transmedia debe ir más allá de la investigación científica y proponer formas de explotar estas nuevas habilidades y estrategias dentro de las instituciones educativas. De esta manera, el alfabetismo transmedia también podría ser de gran utilidad para reducir la brecha tecnocultural identificada por Manuel Castells entre los jóvenes y el sistema escolar. (Scolari, 2016)
Al respecto de estas prácticas, podemos reconocer que la actividad con los estudiantes y profesores del IEM se realizó poco antes de la pandemia y el ASPO. Esta experiencia nos obligó a introducir inevitablemente las TICS y los lenguajes digitales en la enseñanza. Asimismo, esta experiencia puso en evidencia la abierta actitud de los estudiantes, al implementar estos nuevos modos discursivos y de producción de conocimientos en sus procesos de aprendizaje, y casi sin querer, generaron un proceso retroalimentativo de aprendizaje con sus profesores. En este aspecto, los profesores aprendieron de los estudiantes, y reconocieron la necesidad de capacitarse y de implementar estas metodologías en sus planes pedagógicos.
En este aspecto, reforzamos el hecho de que el proceso de aprendizaje es un proceso horizontal, que involucra contextos y necesidades, y de que “no puede pensarse un proceso de enseñanza-aprendizaje sin considerar las perspectivas concretas de los actores involucrados” (De Oliveira Soares, 2009); pues, como vemos en este caso particular, los profesores han sabido aprender de sus estudiantes aquello que no sabían, y decidieron exigir una actualización a la institución.
Con respecto a los nuevos desafíos, mencionados en el título de este trabajo, es completamente necesario tomar en cuenta la enorme brecha digital que se presenta actualmente. La pérdida del espacio escolar ha sido un claro indicio de las desigualdades que se iban a acentuar tarde o temprano.
La experiencia ha dejado diversos interrogantes que pudimos responder y algunos otros que, a sabiendas de la realidad que estamos viviendo, nos invitan a pensar en las actuales y futuras prácticas: ¿cuáles son las ventajas y desventajas que presenta el uso de las tecnologías en el contexto educativo?, ¿qué nuevos desafíos nos ha dejado la pandemia?, ¿de qué manera se vislumbraba ya este nuevo desafío educativo en la experiencia con el IEM?, ¿cuántos estudiantes y cuántos docentes quedan fuera del proceso de aprendizaje?, ¿quiénes son los que realmente están participando hoy en las escuelas?. Son los nuevos desafíos los que debemos pensar, pero también debemos tener en cuenta todos los caminos recorridos hasta ahora, y comenzar a abrir debates sobre estos espacios que ya no existen, o que existen a medias, y cuáles son las políticas públicas que debemos demandar o exigir al sistema.