Chávez Deluchi, Tatiana.
FPyCS. Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Las narrativas cinematográficas, como prácticas comunicacionales/culturales y artísticas, son constructoras de imaginarios sociales y de formas de ser/estar en el mundo. Como tales son a su vez terreno de luchas, resistencias y transformaciones en el universo de lo simbólico. María Luisa Bemberg lo comprendió al encontrar en la realización cinematográfica, además de su razón de ser, un espacio de reconocimiento, de construcción de identidad y sobre todo de libertad.
María Luisa Bemberg nació un 14 de abril de 1922 en la ciudad de Buenos Aires en el seno de una familia tradicional. Desde pequeña había sentido una gran atracción por el universo de las artes, sobre todo por el teatro. Durante la década del setenta realiza sus primeras incursiones en el cine como guionista. En 1971 escribe el guion del filme Crónica de una señora, dirigido por Raúl de la Torre y en 1975 el guion de Triángulo de cuatro, dirigido por Fernando Ayala. Entre medio de ambos, María Luisa filma su primer cortometraje documental El mundo de la mujer (1972), que se inscribía dentro de su militancia en la organización feminista: UFA – la Unión Feminista Argentina – de la cual fue también una de sus fundadoras.
Yo, la peor de todas, que se estrena en Argentina el 9 de agosto de 1990, es un film que está inspirado en el ensayo Las trampas de la fe (1982) del poeta y diplomático mexicano Octavio Paz. Ubicado históricamente en el México del siglo XVII, narra los últimos años de Juana Inés de la Cruz – «más poeta que monja, más monja que mujer» – quien, a sus veinte años, y no viendo otra posibilidad para poder estudiar y saciar su sed de conocimiento, se encierra en un convento. Para Valdés (2022) el filme presenta una modalidad de abstracción en la puesta en escena. ¿En qué sentido? En el sentido de que el filme no presenta en verdad un registro de realismo histórico tradicional, ni pretende tampoco una reconstrucción histórica en sentido estricto de la vida de Sor Juana Inés de la Cruz. De hecho, si bien la mayoría de los momentos dramáticos tienen una base histórica, son en verdad producto de la fantasía del guionista Antonio Larreta y de María Luisa. Parafraseando a Bemberg, lo que la moviliza a realizar el filme es el deseo de plasmar el deslumbramiento que siente por la que considera una de las mujeres más interesantes de la historia del pensamiento.
Un dato no menor que tendría también su implicancia en el tratamiento visual de Yo, la peor de todas es que la búsqueda de financiamiento para el filme estuvo lejos de ser una tarea sencilla. Si bien en principio la idea había sido realizar una puesta realista, dadas las condiciones de producción se terminó optando por un tratamiento visual más bien minimalista, inspirado en el filme Thérèse (1986) del francés Alain Cavalier.
Lita Stantic, productora, cineasta y co-fundadora de Gea Producciones junto a María Luisa, expresa en ese sentido:
Cuando finalmente conseguimos un inversor francés y resolvimos traer a un director de arte de afuera, Voytek, hubo que adaptar la escenografía, porque no se podía hacer algo tan despojado con un vestuario de época. Así que se planteó una escenografía con módulos, simple, pero no tan austera como queríamos al principio
(Eseverri & Peña. Noviembre 2013. Lita Stantic El cine es automóvil y poema)
Frente a las adversidades y desafíos que presentaba la industria del cine argentino, con un Instituto Nacional de Cine que escaseaba en recursos, GEA Producciones pudo llevar adelante el proyecto con la suma – «exorbitante» según la revista Somos Argentina (1990) – de 1.200.000 dólares.
Para el desarrollo de la presente ponencia, el texto se ordenará en tres momentos: en principio, se recuperan los aportes de los Estudios Culturales para situar el análisis cultural en el campo de la Comunicación, en segundo lugar, se desarrolla un análisis temático interpretativo del filme a partir de la técnica de fichaje de la obra y por último se presenta una reflexión y síntesis de todo lo esbozado.